Llena de larvas se encuentra mi sangre:
como flores viscosas,
como el ponto
retoñan y se mueven,
colman mi ojo y en tanto
me pregunto si alguien sabe de esa que
calla
y me deja con hambre,
que ha danzado millas (de polo a polo)
para poder decir: “no hay un
nosotros”
como si ignorara el valor del aire.
Me callo,
pues estoy acostumbrado a perderlo
todo,
a no hacer la lucha... mas
¿cómo aplacaré mis dedos bravos
que sumergía en sus zonas oscuras?,
¿cómo la pasión,
el desnudo abrazo?:
¡ay!, cuánto se pierde cuando se
busca.
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