Dicen que en mis
versos hago
constante
mención del culo
pero de su decir
dudo;
por ello ahora
hablo
de nalgas, la
torta o rabo:
Es
horrible el sinsabor
de
dilapidar el semen
en
quienes, por planas, temen
no
complacer al amor.
Lo
sé y no por escritor,
sino
por ser pito vago
que
existe entre beso y trago.
Y
dado que sobre mí
la
ignorancia es mucha, así
dicen que en mis
versos hago.
Es
a la hora de escribir
cuando
propio es concentrarse
cual
espalda al espigarse
pa’
poder mejor abrir
el
ano y ante el sucumbir,
pues
si sodomizo ululo,
lanzo
esperma que acumulo
para
tan rica ocasión:
que
se haga de corazón
constante
mención del culo.
Es
para el pópulo un acto
cerdo
lamer el pedorro;
yo,
lo hago hasta que le borro
la
raya; lo hago ipso facto
y
con mayor fuerza lacto.
Quizá
es por esto que aludo
a
dicho quehacer peludo
que
epitetan de “sin nombre”
—peor
si lo recibe el hombre—
pero de su decir
dudo.
Es
considerado insulto
lo
que al centro de la torta
yace tocar, mas exhorta
mi
voz a ser muy adulto
(como
poeta doy indulto),
a
probar lo que del Diablo
se
considera vocablo
oscuro,
mugroso beso.
Quiero
que usen lengua y seso,
por ello ahora
les hablo.
Es,
en fin, la vida misma
un
andar de miedo en miedo,
ser
un resoplillo, un pedo
—aquel
aire con carisma—,
un
estar y un irse en cisma,
un
bien decir “ya me acabo”
(aquel
culo en el que cavo)
y
mientras tanto vivir
o,
mejor, sobrevivir
de nalgas, la torta o rabo.
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