jueves, 17 de abril de 2014

GLOSA 1

Dicen que en mis versos hago
constante mención del culo
pero de su decir dudo;
por ello ahora hablo
de nalgas, la torta o rabo:

Es horrible el sinsabor
de dilapidar el semen
en quienes, por planas, temen
no complacer al amor.
Lo sé y no por escritor,
sino por ser pito vago
que existe entre beso y trago.
Y dado que sobre mí
la ignorancia es mucha, así
dicen que en mis versos hago.

Es a la hora de escribir
cuando propio es concentrarse
cual espalda al espigarse
pa’ poder mejor abrir
el ano y ante el sucumbir,
pues si sodomizo ululo,
lanzo esperma que acumulo
para tan rica ocasión:
que se haga de corazón
constante mención del culo.

Es para el pópulo un acto
cerdo lamer el pedorro;
yo, lo hago hasta que le borro
la raya; lo hago ipso facto
y con mayor fuerza lacto.
Quizá es por esto que aludo
a dicho quehacer peludo
que epitetan de “sin nombre”
—peor si lo recibe el hombre—
pero de su decir dudo.

Es considerado insulto
lo que al centro de la torta
yace tocar, mas exhorta
mi voz a ser muy adulto
(como poeta doy indulto),
a probar lo que del Diablo
se considera vocablo
oscuro, mugroso beso.
Quiero que usen lengua y seso,
por ello ahora les hablo.

Es, en fin, la vida misma
un andar de miedo en miedo,
ser un resoplillo, un pedo
—aquel aire con carisma—,
un estar y un irse en cisma,
un bien decir “ya me acabo”
(aquel culo en el que cavo)
y mientras tanto vivir
o, mejor, sobrevivir
de nalgas, la torta o rabo.