lunes, 17 de marzo de 2014

A LA OTRA ORILLA

“la otra orilla está en nosotros mismos.
Sin movernos, quietos, nos sentimos arrastrados,
movidos por un gran viento que nos echa fuera
de nosotros. Nos echa fuera y, al mismo tiempo,
nos empuja hacia dentro de nosotros”.

Octavio Paz

1

Sé que todo versa sobre la soledad,
esa sensación de permanecer,
de estar siendo incompleto;
fragmento sin orillas
desbordándose en los recipientes
que salen al paso;
cualquier recipiente
que nos haga sentir contenidos.

Hoy no invitaré al crimen
sino a saltar a la otra orilla.
Eso significa vaciar la mente,
encontrarse con uno mismo,
acariciar los tentáculos al alma.

Los contrarios son una sola cosa,
son la unidad estirando los brazos
como quien se despierta.

Esta es la consigna: saltar.



2

Hay que ir en contra de la gravedad
para hallar la gravedad;
lo que nos conforta
también puede matarnos.
Se debe tener peso para el salto
o existe el riesgo de no volver a caer.

Algunas orillas se alcanzan
sin efectuar un solo brinco:
aquí mis labios líricos,
allá los tuyos danzantes,
el beso es la orilla
de nuestras bocas hambrientas.

Cruzar no es saltar;
cruzar implica permanecer
y saltar abandonarse.



3

El bolígrafo no sabe
lo que mueve a la mano
que lo ciñe;
se trata de un trance,
una desconexión con la lógica
donde las palabras (corazón)
y el ritmo (emoción)
puedan entrecruzarse;
esto no ayuda a dar el salto
pero explica que somos un instrumento
musical, quirúrgico o de tortura
mas instrumento al fin.

Quien se piense como tiempo
se condena a vivir temporalmente.

Ignoro cuánto me falta,
cuánto he gastado;
he escrito todo lo que he escrito,
he dejado de escribir lo imposible.

Si debiese morir ahora, no argumentaría;
si debiese seguir con vida, no argumentaría,
en cualquiera de los casos
seguiría buscando la otra orilla.



4

Lo otro
es aquello de mí que desconozco,
la invisible fuerza capaz de destrozarme
para librar mis taras
y poder saltar a lo sobrenatural,
al misterio de la hoja que no fue fabricada
porque siempre permanecería en blanco.

El blanco es vacío,
vacío indica espacio para crecer,
para estrellarse contra uno mismo.
El negro es hueco,
hueco quiere decir que algo falta,
que se lleva encarnada la ausencia.

El tiempo nos adhiere a los objetos;
saltar es arrancarse la piel.
Antes de aprender a vivir
hay que saber morirse.



5

Deambulamos entre dos mundos:
lo profano y lo sagrado,
el gemido y la oración.
Cuando poseamos substancia,
es escribir,
cuando nuestras palabras no busquen sentido
y sólo sean palabras,
entonces sabremos lo otro:
eso de nosotros que ignoramos.
Pero lo otro también es lo inevitable:
el amor, el poema, la sangre;
la vida después de la vida.

Esto es lo único que importa:
saltar, saltar,
alcanzar la otra orilla.

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